Pocas cosas hay como un buen pollo al horno, con su piel tostadita y acompañado de unas deliciosas patatas guisadas recibiendo todo el aroma del mismo y el del vino. Si además ponemos contramuslos, queda especialmente jugoso. Jugoso por dentro y crujiente por fuera. Sin duda un favorito de mi casa y de muchas otras, que apetece en todo momento, del que nunca te cansas y siempre recibes con ganas. Ideal tanto para niños como para adultos. Para una comida familiar de domingo ideal.
INGREDIENTES
- 2 contramuslos de pollo
- 1 limón
- Sal
- Orégano
- Aceite de oliva
- Vino blanco
- 2 patatas
- Pelamos las patatas y las cortamos en rodajas finas. Las colocamos en una fuente con sal y un buen chorro de aceite y las metemos al horno a 200ºC durante 15 minutos. Entonces sacamos las fuente y la reservamos.
- Mientras se hacen las patatas limpiamos el pollo. Quitamos con un papel los restos de sangre o plumas que puedan quedar y cualquier exceso de grasa que veamos. Los cubrimos con un poco de aceite y con la mano lo restregamos bien para que llegue a todos lados. Así la piel quedará perfectamente dorada y crujiente. Embadurnamos también con sal y los ponemos en la fuente, encima de las patatas. Espolvoreamos orégano generosamente, echamos un poco de zumo de limón y colocamos el mismo en trozos en la fuente, y metemos al horno a 200ºC diez minutos. Pasado el tiempo bajamos el horno a 180ºC, regamos con vino blanco y dejamos 30 minutos. Tras ese tiempo lo miraremos y veremos si necesitamos dejarlo otros 10 minutos más. Podemos pinchar la carne y nos fijaremos en el dorado de la piel.
- Cuando la piel esté perfectamente dorada y crujiente, apagamos y sacamos del horno. Servimos inmediatamente. Qué plato más delicioso!
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